AL LÍMITE DEL SABOTAJE

 



Ficha técnica: AL LÍMITE DEL SABOTAJE Instalación. Medidas variables Año 2023


AL LÍMITE DEL SABOTAJE Esta obra forma parte de la serie “Obedecer Mal”, una reflexión sobre el impacto del neoliberalismo en nuestra sociedad. “Obedecer mal” explora cómo el neoliberalismo ha moldeado nuestra obediencia colectiva al suprimir nuestros pensamientos y deseos individuales a través de la producción de individuos normalizados. El poder normaliza el comportamiento de los sujetos con la intención de controlar nuestra cotidianidad. Se encarga de producir discursos, individuos, costumbres y normas sociales que dictan nuestros deseos, comportamientos, identidades, etc. Las costumbres anulan el pensamiento porque son inercia y automatismo. Obediencia y costumbre acaban siendo lo mismo, obedecemos por costumbre, nos acostumbramos a obedecer. La obediencia a las leyes es fruto de la costumbre, dice Gros, una costumbre reforzada por el seguidismo. Nos apoyamos en la comodidad de la obediencia, desobedecer resulta solitario y marginal. “Obedecer, sí, porque lo impone la situación objetiva, pero siempre procurando que la ejecución de la orden sea lo menos completa, lo más tardía, lo más defectuosa posible, ya en el límite del sabotaje. No se trata de desobedecer “activamente”, sino de obedecer lo peor posible”. (F. Gros) En esta obra, una bombilla se ve privada de su función debido a una capa de pintura negra que la recubre. Un pequeño acto de desobediencia en contra del poder de la lógica. Al lado vemos una montaña de bombillas recubiertas también de negro. Son las bombillas de recambio. La lógica nos dice que no tiene sentido, no existe razón aparente para pintar de negro una bombilla y mucho menos para pintar los recambios de esta bombilla. En este caso doy voz a lo irracional para que los discursos excluidos salgan de su silencio, brindándonos los entresijos de la red del poder, siempre supeditada a la razón. El sistema, el poder, nos ata en la lógica y la razón, resulta difícil escapar dado que la red se extiende más allá de lo visible y a menudo no conseguimos distinguirla. Ha quedado homogeneizada con el individuo y sus discursos, todos aquellos discursos que no cumplen con la lógica de la razón, que no quedan supeditados a los estándares normativos de comunicación, se quedan al margen y se convierten en los discursos de la exclusión. Aquello que no atiende a la lógica queda excluido del sistema, es, por tanto, un lugar que por sí solo nos brinda una lejanía del poder permitiendo la lucha. “El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse.”(Foucault) ¿Será entonces que dando voz a la exclusión nos adueñaremos del discurso? ¿Será el sinsentido el único sitio desde el cual luchar?